Chile es el cuarto país con mayor prevalencia de población adulta obesa. Académicos de la Universidad de Calgary y de la carrera de Kinesiología de la Pontificia Universidad Católica, analizaron el impacto de la actividad física en personas con sobrepeso y obesidad, así como su intervención bajo un modelo “socio ecológico”.
Fecha: 13 de agosto 2020
En una concurrida charla webinar denominada “Obesidad: actividad física, ejercicio y rehabilitación”, con 2055 asistentes y organizada por la carrera de Kinesiología de la Pontificia Universidad Católica, el doctor en biomecánica Walter Herzog analizó la relación entre la obesidad y el desarrollo de osteoartrosis como uno de los factores determinantes de implicancias músculo-esquelética.
El profesor Walter Herzog, PhD, con más de 30 años de trayectoria, es director del Laboratorio de Desempeño Humano, Facultad de Kinesiología, Ingeniería, Medicina y Medicina Veterinaria de la Universidad de Calgary en Canadá. También ha publicado más de 500 artículos científicos, 6 libros y 52 capítulos de libros, mientras que su área de investigación es la biomecánica del sistema músculo-esquelético. Participó como principal expositor de esta charla, con el propósito de analizar el impacto del ejercicio como factor protector de la salud.
Chile ocupa el cuarto lugar en la prevalencia de la obesidad en la población adulta. El ranking lo lidera Nauru en Oceanía (61%), seguido de Estados Unidos (36%), Canadá (29%), Chile (28%) y Brasil (22%). Adicionalmente, la obesidad está asociada a enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, enfermedades y accidentes cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, y el síndrome metabólico.
Herzog señaló que luego de realizar varios estudios en modelos animales, concluyó que “La obesidad es un factor determinante de la osteoartrosis, no así el sobrepeso. La obesidad se relaciona con un proceso inflamatorio sistémico y una perturbación metabólica, afectando el desempeño muscular en el corto y largo plazo. Incluso en estudios realizados en ratas, se observó que a solo 3 días de una dieta alta en azúcares, se genera un daño articular. En humanos, la recomendación es a mantener el ejercicio físico regular y una dieta alta en fibra”, aseguró.
En la ocasión, el académico Antonio López Fuenzalida, PhD, profesor asistente de la carrera de Kinesiología UC y miembro del Laboratorio de Fisiología del Ejercicio UC, Doctor en Ciencias del Ejercicio, señaló la importancia de abordar la obesidad y la actividad física bajo un modelo socio ecológico. El académico explica que el desarrollo de obesidad y sobrepeso se atribuye a múltiples factores de índole biológico, social, cultural, medioambiental, entre otros, lo que revierte la necesidad de considerar la aplicación de estrategias de intervención que aborden a la obesidad como una patología con causas multifactoriales, la que a su vez generan alteraciones fisiológicas que potencia la presencia de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
López además señala la relevancia de analizar con detenimiento las metodologías de evaluación e identificación del sobrepeso y obesidad, por cuanto aquel parámetro mayormente utilizado, el Índice de Masa Corporal, no identifica el exceso de grasa en las personas, pues establece una relación de peso respecto a la talla, lo que sería controversial si se considera a la obesidad como una patología que se identifica como un exceso de grasa corporal por sobre determinados valores de normalidad. De igual manera, el académico destaca la necesidad de abordar este problema de salud pública de una forma transdisciplinaria que incluya áreas como la medicina, la psicología, la educación física, la nutrición y la kinesiología.
Para Alejandra Espinosa, académica de la carrera de Nutrición y Dietética UC, “el diagnóstico de obesidad asume en la gran mayoría de la población un porcentaje de grasa excesivo, el cual libera sustancias (citoquinas inflamatorias) que generan alteraciones metabólicas relacionadas con las patologías cardiovasculares. Es de suma importancia además de medir el IMC, valorizar este componente graso, ya que incluso en individuos con pesos menores puede estar alterado”.
En este contexto, la actividad física, al igual que los aspectos nutricionales y de educación en salud, debe ser concebida como una pieza crítica para tener una vida más saludable y no solo para alcanzar la meta de bajar de peso. Espinosa añade que: “la evidencia demuestra que los estilos de vida determinan el riesgo a padecer diversas patologías asociadas a la obesidad. En este sentido, la actividad física regular debe complementarse con una alimentación equilibrada en calorías y variada, asegurando el aporte de nutrientes esenciales antiinflamatorios y antioxidantes como es la fibra y ácidos grasos poliinsaturados.
Antonio López señala que la ejecución de actividad física sistemática y regular es concebida como el mejor “fármaco” para mejorar las afecciones producidas por la obesidad, como la hipertensión arterial, dislipidemias, trastornos del metabolismo de la glucosa, entre otras. Incluso, hace mención al efecto protector que ostenta el ejercicio en la mortalidad por causas cardiovasculares, destacando que “un sujeto con obesidad que tenga una vida activa presenta menos riesgo de mortalidad por causas cardiovasculares que una persona normopeso, pero sedentaria”. López también indica la necesidad de actuar responsablemente en la intervención con poblaciones obesas, respetando el campo de acción de cada profesional, lo que contribuiría a un mejor manejo y efectividad en la reducción de la obesidad y sus efectos colaterales en la población.
Otro aspecto relevante señalado por el profesional, se sustenta en conjugar los objetivos clínicos con aquellos que tenga la persona que desea reducir su peso corporal en base a cambios en la grasa corporal, por cuanto aquello permitiría una mayor fidelización en el programa de ejercicio. “La mayoría de los participantes de un programa de actividad física orientada hacia la obesidad, deserta en el transcurso, por cuanto se minimiza la relevancia en las expectativas, objetivos, factores emocionales y motivación”, puntualiza el académico. En este sentido, destaca el aporte de la tecnología de la información para complementar el seguimiento y control de los participantes de un programa de actividad física, situación que se hace relevante en la telemedicina en tiempos de pandemia.
A modo de balance de la actividad, los académicos de la Universidad de Calgary y la Pontifica Universidad Católica, recomendaron abordar la obesidad y la actividad física en un contexto siempre integral, dado que compromete a la persona en todas sus dimensiones. En una sociedad altamente sedentaria es importante que los profesionales de la salud y de la educación, promuevan la actividad física como un factor protector de salud, conjugando las necesidades de intervención sanitaria y las propias del paciente (morfológicas e imagen), solo así será posible perpetuar el hábito de la actividad física en el largo plazo y optimizar el tiempo y otros recursos con un buen programa de entrenamiento como “estilo de vida”.
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