Potencial influencia del tejido adiposo pardo en el control de la obesidad

El tejido adiposo pardo está altamente enriquecido en mitocondrias “desacopladas”, las cuales tienen una generación de calor respecto a la producción de ATP mucho mayor que la de una mitocondria normal. Lo que parece un sin-sentido energético, es una gran ventaja evolutiva. Así, este tejido permite mantener la temperatura corporal en un rango confortable para el humano, especialmente en recién nacidos, quienes poseen mayor superficie corporal relativa a su volumen corporal. Esto impone un desafío energético, dado que al existir mayor superficie expuesta, se requiere oxidar más combustible (grasa y glucosa) para producir el calor necesario.

José E. Galgani

Fecha: 14 de diciembre 2018

Hace unos pocos años, se (re)descubrió, de una manera casi accidental, la presencia de tejido pardo en adultos. Se observó que este tejido tiende a desaparecer con la edad y la obesidad, mientras que su actividad aumenta en los meses más fríos. Todo esto ha motivado el estudio de las implicancias fisiológicas de este tejido, particularmente relacionadas al control del peso corporal. Si tan solo fuese posible aumentar la masa y/o actividad de este tejido, podríamos elevar el gasto de energía, y de esta forma, en combinación con una dieta hipocalórica, favorecer la pérdida de masa corporal.

Ha sido igualmente estimulante descubrir que el tejido adiposo blanco, nuestro principal tejido de reserva energética, también contiene células adiposas que pueden convertirse en células pardas. Los esfuerzos se han destinado a detectar esas células y comprender los mecanismos que determinan su transformación desde una célula eminentemente almacenadora a otra gastadora de energía. Algún día, tal vez seamos capaces de diseñar un fármaco que aumente el número de células pardas en nuestro cuerpo. Alternativamente, tal vez podamos ser capaces de aislar células adiposas de nuestro cuerpo y reconvertirlas a células pardas in vitro, para luego inyectarlas en nuestro cuerpo. Esto podría aumentar el gasto energético lo suficiente para frenar la ganancia de peso. Aunque esto parece ciencia-ficción, la verdad es que sólo podemos decir que por ahora!.

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